Hasta los mismísimos de la muñeca

El pasado jueves en la gala sufrimos una vez la transformación de la Milá y su obsesión por defender lo indefendible. Ella una abanderada de las causas nobles, unas veces con más suerte que otras, nos lanzó un alegato en defensa de las muñecas.

Las muñecas sufren, vienen a la vida generalmente vía Made in China, tienen una vida dura son arrastradas por sus cabellos cuando no son vilmente cecernados por una tijera inmisericorde.

Una muñeca no puede ser ultrajada con un cepillo de dientes, jamás generalmente por que las muñecas son asexuadas, no tienen sexo.

Jamás arrojes una muñeca a un jacuzzi, no saben nadar y si no esta cerca el barco de Playmobil al que asirse puede perecer.

No hables mal de una muñeca por que tiene sentimientos y no sabes si en su próxima vida puede ser la peana de una bola de una bruja y lanzarte un maleficio.

Y ahora seamos serios, si en vez de Hans hubiera sido yo, no habría sido tan benévola con la muñeca habría aprovechado una party de esa le habría rociado el alcohol que no consumen en las mismas y le habría prendido fuego, sus restos los habría arrojado por encima de la tapia. ¿Soy cruel? ¡No! Estoy hasta las narices de ver a una tía paseándose con una muñeca en la televisión, hablando como una posesa, mirando como una psicópata y lo peor derramando más lagrimas que Heidi en toda su vida, cuando le brotaban en aquellos ojazos pero nunca caían. Si esta señora, la dueña de la muñeca, se supone que esta capacitada para entrar en un concurso en el que se dice que hay un filtro de un equipo numerosísimo de psicólogos pues que tenga un poquito de sentido del humor y deje de vendernos la moto de SU MUÑECA, que mi vecina hablaba con los árboles y acabo en un psiquiátrico y lo peor de todo que venga alguien de reconocida solvencia periodística a decirnos que respetemos a la Rebeca y su muñeca.